La propia tierra dispone de una energía que los expertos se encargan de aprovechar para poder utilizarla en nuestras tareas cotidianas. Aunque no es capaz de valerse por si misma, cómo se puede conseguir con la energía eléctrica, si que es capaz de poder minimizar su funcionamiento para que no tengamos que consumir demasiado.

Esta energía se encuentra en el interior de la tierra, en las capas más profundas, y se puede extraer en forma de calor. En cuanto nos ponemos a profundizar en esas capas nos encontraremos yacimientos a una temperatura muy elevada (que pueden ser incluso mayores que los 100-150º… se hecho, cuanta más temperatura tengan, mayor poner energéticos llevan consigo…. Eso si, siempre y cuando se pueda extraer sin que las máquinas especializadas experimenten algún problema).

Una de las grandes ventajas de utilizar estas fuentes de energía es que nos ayudan a no depender tanto de combustibles fósiles y los diferentes tipos de recursos que no se pueden renovar. Además, también suponen un buen sistema de ahorro tanto a nivel energético, cómo a nivel económico.

Sin embargo, la que se puede considerar cómo la gran ventaja absoluta es que los recursos que se obtienen del interior de la tierra no se pueden agotar o, por lo menos, no a la escala que la humanidad los podría llegar a utilizar.

También tenemos que saber que la emisión de dióxido de carbono que se emite al medio (y que aumenta el efecto invernadero), siempre es inferior en este tipo de energía que con cualquier otra que existe en el mercado.

Cómo desventaja asociada podemos encontrar que se producen riesgos como la emisión de ácido sulfhídrico al medio que podría ser muy letal para el entorno.